Foto: Ernesto Arias / Archivo El Comercio
Siempre admiré la estrategia de tolerancia cero ante faltas "menores" de incivilidad que devolvió la seguridad a Nueva York en los años 80. Esa estrategia cambió la permisividad e indiferencia de la ciudadanía ante lo que estaba dispuesta a tolerar.
Ahora me pregunto: ¿estamos los peruanos dispuestos a dejar de tolerar definitivamente a quienes infringen normas éticas, por menores que estas parezcan?
En todos los ámbitos de nuestra nación abundan quienes son ejemplo de corrección, ética, mesura y honestidad. Pero también hay quienes cometen a diario actos de corrupción "menor", si así se los puede llamar. Desde el convencional coimero, pasando por el que oculta información relevante o el que cobra por mentir, al que vende "gato por liebre", o incumple su palabra, hasta el que ofrece servicios o productos con gruesos conflictos de interés entre sí. Otros quieren definir su propio umbral de ética según sus propios intereses económicos. Seguir leyendo...