
Hace unos días, las antenas de telefonía volvieron a estar en el ojo de la tormenta. Esta vez porque se había descubierto una, camuflada dentro de una torre hecha de triplay, en el techo de una vivienda ubicada justo frente al penal de Lurigancho y con potencia suficiente para que se hagan y reciban llamadas desde el interior del centro penitenciario. (Foto: Miguel Bellido / El Comercio) Seguir leyendo...