El arte muchas veces crea polémica y el caso de la holandesa Wieki Somers es un ejemplo de ello. La materia prima para algunas de sus esculturas escapa de lo común; no emplea piedras o arcilla, sino cenizas humanas.
Lo convencional es que estos restos descansen en una urna o sean arrojados por los deudos del muerto al mar, al viento o a un río. Pero Wiek le da un uso original, distinto. Las cenizas son donadas por los familiares de los fallecidos, precisa Wiek, y las emplea para crear figuras de objetos comunes en una casa. Con las cenizas recrea aspiradoras tostadoras y otros artefactos de uso diario.
“Podemos ofrecer a nuestro abuelo una segunda vida en forma de una silla, una aspiradora o una tostadora. ¿Así no nos importarían más estos productos?”, se defendió la artista en declaraciones recogidas por el diario Herald Sun de Australia.
Las obras de arte son parte de la exhibición In Progress, instalada en la galería Grand-Hornu Images, en Bélgica.