Lorena Salmón: "Querido Bob"
Hoy me propongo reivindicar el estilo que siempre me gustó llevar: el pelo corto. El que está de moda

No suelo darme tiempo para escribir sobre temas de belleza, pero este es un tema coyuntural y a la vez interesante. Comienza con mis ganas incontrolables de cortarme chiquito el pelo. Les hablo de los años 90, cuando Winona Ryder era la mujer más ‘cool’ del planeta y llevaba el corte de pelo más ‘cool’ del momento. Nadie tenía esa manera de llevarlo, de despeinarlo y acomodarlo detrás de la oreja. Quizá solo se la compare con una más alocada: Drew Barrymore que también se animó a cortarse el pelo como símbolo de rebeldía y juego andrógino.
Yo descubrí que cada corte de pelo era una despedida a un momento vital del que quería desprenderme y cada visita a la peluquería se convirtió en una especie de escapatoria simbólica sin marcha atrás. Mientras más me lo cortaba, más pequeño lo quería. En ese entonces no tenía un estilista estrella al que todo el mundo quiere y respeta –Franceso Giaquinta–, sino que me cortaba en cualquier peluquería de esquina y no me importaba si el corte me hacía lucir como hombre. Creo que ya antes me he declarado culpable de tener mínimas pretensiones estéticas.
Durante años me corté el pelo una y otra vez, sin cansancio al son de ese himno de 1986, «Insurrección», del «Último de la Fila»: me corto el pelo / una y otra vez / me quiero defender. Hasta que decidí que tenía que dejarlo largo.
¿Saben cuál fue la única razón? Pensé exactamente y sin edición: «Ya de mayor, lo tendré corto. Como todas las mujeres mayores». Mi creencia estaba basada en una falacia: no todas las mujeres mayores lo llevan corto. Pero lo cierto es que una gran mayoría sí. ¿Por qué? Porque el pelo, señoras, envejece, como todo. Y con la edad pierde brillo, elasticidad, peso, flexibilidad, le pasa de todo. Hagan la prueba y vayan sintiendo su pelo. Si notan que cada vez está más fino (estilo: se me chorrea la liga), entonces es lógico que el pelo corto sea una opción más amigable. Pero ese es tema de otra columna.
Hoy me propongo reivindicar al estilo que siempre me gustó llevar: el pelo corto.
Porque, ¿adivinan qué? El peinado favorito del mundo de moda desde hace más de un año, es el bob desordenado.
Si se preguntan cuál es el bob las ayudo: visualicen a Anna Wintour, la editora de «Vogue» estadounidense, con su característico corte corto, en A, como un casco. Luego solo hay que imaginar que le pasamos un par de manos rebeldes encima. ¿Lo ven?
Ese es el que está de moda y que en la actualidad llevan superestilozas mujeres como Beyoncé, Naomi Watts, Jennifer Lawrence, la increíble modelo Jourdan Dunn, Elizabeth Olsen, Sienna Miller, Charlize Teron... Todas lo llevan.
Lo usual es que yo despotrique contra las tendencias masivas, pero en este caso no me molestaría decir que me encantaría seguir la tendencia: este es el momento perfecto para buscar ese cambio de look que siempre refresca. Como señala el axioma que más se repite en la literatura de autoayuda que descansa sobre mi mesa de noche: el momento es ahora.

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